domingo, 19 de octubre de 2008

PEQUEÑAS HISTORIAS - CAPITULO 8

Mis acompañantes los amores del revivir


Hay sucesos en la vida que determinan un antes y un después.
Pero la singularidad se pluraliza.
Tres antes y... tres después.
Siempre serán tres, en una unidad.
La unidad concretada en el mismo útero, calmo y tibio,
matriz de amor para engendrar vida,
y en su tiempo, creación irrepetible,
misión divina, como el aliento puro que fluye,
entre el artista y cada obra.
Marcela Iliana, Karina Yudith y Javier Alejandro.
son los nombres propios de un proyecto único, indisoluble para una madre.
Trama compleja de responsabilidades, sueños,
chocolates, plastilina, papel glacé, cuentos y tortas.
Una, dos, tres.
Efemérides de FAMILIA para recordar siempre.
31 DE ENERO DE I973 -Capital Federal -MARCELA ILIANA 8 DE JULIO DE 1975 -Neuquén -KARINA YUDITH 18 DE MARZO DE 1977 -Mendoza-JAVIER ALEJANDRO
Un desafío en repostería.
velitas, cotillón y dulzura,
una, dos, tres; una dos tres,
campanario de la ansiedad en la mesa tendida.
Tatá tatá significaba "La gallina turuleca..."
"Manuelita....." o quizás... "Había una vez un circo".
Y el salpullido instantáneo, en medio del llanto sin fin,
modificó la rutina de embarque de Aerolíneas Argentinas,
comprendiendo, emocionados, el profundo testimonio de amor,
de quien, con dos años y setenta y nueve días, Marcelita
vio, en esa máquina, la distancia que la separaría, sólo en la geografía,
de las ternuras cotidianas de la Bobe Jane que volvió quebrada a Buenos Aires.
Trompita, era carita de enojada y viceversa.
Trepar escaleras, tirar de los enchufes y desaparecer,
fue el perfil prematuro, sorprendente,
de tu capacidad y destreza física, parentesco mapuche, tal vez,
adquisición temprana del escenario y la ficción,
que no se tardó en expresar..., en "Coje tú la luna..."comienzo de un poema español,
divertida terapia foníatra a través del arte.
También hubo aeropuertos y tiendas que supieron de lágrimas,
la de tus padres, la bobe y amigos.
La aptitud, sin temor, para la exploración, de Karinita
puro impulso, liberado de aviso previo,
se convirtió en el mecanismo inocente para,
que, los adultos, como locos,
descargaran adrenalina a toneladas.
Tal vez, la fuente de energía estaba, coronando tu carita,
en el casco de rubios rulos enredados.
Mi intuición, no fallida del sexo, trasladó, al Hospital Español,
junto a los pañales, dos muñequitas, similares, por las dudas,
para entregar a las hermanas, vínculo de género y
afectuosa metáfora del código de convivencia y del celo ... tan posible.
Llevaste a la euforia al zeide, fue su primer y único viaje solo a Mendoza.
Aún recuerdo cuando llegó, en la tarde del viernes 25 de marzo,
Feliz, emocionado, para sostenerte, con amor y firmeza en el brith milá.
Mitzvá inicial de tu pertenencia al Pueblo de la Ley.
Y entre las plegarias, leicaj y knishes, aceptaste, dulcemente,
casi sin llanto, tu identidad religiosa como varón.
La venta de rifas truchas en el barrio
y corretear por los tejados vecinos marcó una sociedad virtual.
Karina y Javier, transgresores a dúo,
de travesuras y licencias compartidas.
Las acequias, aún de tierra,
agrandadas para el pavimento a estrenar,
fueron el laberinto de las escondidas,
barro en las zapatillas para mamá y felicidad para ustedes.
La carretela, con dos banco largos y techo con dibujos multicolor,
al paso acompasado del viejo caballo, resignado a la rutina,
fue el compañero de la fantasía, era el paseo de la libertad.
Sólo niños, "colitas" apretujadas para viajes redondos,
que contradicción, alrededor de las manzanas cuadradas.
Coro de risas y gritos,
alentados por la comicidad del conductor,
conocedor práctico de los gustos de los chicos,
marcando la ruta con música de calesita.
El dos de abril de l982 se inauguró la página del después.
Fue duro transitar el fino cable del equilibrista.
Gracias, gracias a ustedes,
mis compañeros, amores del revivir.
Uno, dos, tres,... uno, dos, tres....
Tres rostros y tres manos entrelazadas.
MI SIMBOLO, MI RAZON, MI SENTIDO.
Un prendedor redondo, en la almohada de la fría sala del Hospital Central
marcando con su diámetro pequeño la única proximidad,
la que sentí indestructible, entre los hijos y mamá
¿MILAGRO DIVINO PARA CUSTODIAR EL VINCULO??.
Aún espero de Dios la respuesta.
¿Con los años, acaso cambia el porque y el para que?
Te ruego Señor, otórgame el favor de tu sabiduría para APRENDER QUE PUEDE HABER OTRO DESPUES QUE NO CONOZCO.
Lidia Pantychowski Lerner de Pisochin

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