domingo, 19 de octubre de 2008

PEQUEÑAS HISTORIAS - CAPITULO 7

Arte , muzza, fainá y moscato


Conventillos, conventillos de Buenos Aires,consorcios multinacionales con garantía del día a día.Idiomas, oficios, amistad, roces,hormigueando chismes sin horario,todo, todo fluyendo por la misma puerta,dos hojas de larga figura,madera pesada, sufrida de sol y lluviay el llamador de bronce, útil sólo para los inquilinos frentistas.Calles de barrio, Camarones y Acoyte,Paternal y Villa Crespo,espacios privados y espacios comunes.La pieza, el "loft", cortinas de brocato con visillos de voile´Tarzán, Sandrini, Nicola Paone, El Zorro,emoción, nostalgia popular y humor a media voz,para no molestar...límite natural e inviolable de la cultura.La cocina, lámpara pequeña para los zurcidos nocturnos,con la ventana cerrada, abrigando el batido de alguna tortilla trasnochaday el aroma inconfundible de los coclets de Mamá,albóndigas jamás igualadas, creación y entrega siempre,con esas manos laboriosas, incansables en la transformación.Nuestro minimundo, pintado y prolijo, con los colores de Papá,restos ocasionales de verdecito y rosa complaciendo la tradición.El patio, transitado sin taconeary según la hora, la espera para el recambio del uso del baño,sanitario frío y sencillo,como para no entusiasmarse con las intimidadesy los retazos de noticias arrugadas, próximas a una textura "soft.Unidad inmobiliaria de los dineros posibles,Macetas con malvones y pajarera con rastros modestos de alpiste y lechuga.Mitad inmigrantes, desorientados por las costumbres, el idioma,los feriados, el escaso "parnuse", los recursos, a contramano de las necesidades.Y la otra porción social, los emigrantes locales.También la diversidad en busca de las promesas.Buenos Aires... la grande y luminosa, que,excedida de quimeras se desbordó en frustraciones y abandono.Mezcla de ayuno de Iom Kipur, Ramadán y turrón de Navidad,en definitiva, todos rogando, confiando en la ayuda divinapara un cambio de status.Como la fe y el amor transforman lo imposible,el cambio llegó y nos convertimos en inquilinos únicos,escala social del esfuerzo, pequeña victoria,convertibilidad de la pobreza con indicios de autonomía y libertad.Melincué, Melincoi para Papá,fue el destino residencial en Villa del Parque.Al menor, Ruben Nestorle valió para una primera infancia con triciclo y amiguitos,bullicio de vida y hasta una mascota,un callejero mimoso y de pelaje oscuro,aprendiz de guardián, llamado Rintintín,que, incansable, sacudía la cola alegrementesorprendido por la "buena vida" de comer y dormir bajo techo.Fue una etapa nueva, el inicio de pequeñas satisfacciones.A la hora de la siesta, en verano, los trapos, al filo de la puerta de calle,transformaban, manguera de por medio,el desnivel con el escalón interior, en la "pile",rectángulo para chapotear un rato de frescura escurridiza.El crecimiento, imposible de detener, determinó su autoclausura.La opción, intermitente por razones de costos,era la gran aventura que, con transbordo de colectivos nos llevaba,mas allá de Puente La Noria, a la Salada.Veraneo popular y familiar, colmado de mate y milanesas.En algunas mesas, jarras transparentes, con un líquido de color ambiguo,ponían festivo el ambientes, el "cosoleto",naranjada y tinto, Pomona y Vino Toro,trago largo o corto, según el alcance del bolsillo.Era importante y fabuloso aprender a nadar,
¡¡sostenidos por el agua!!, milagros de la naturalezadescubierta tras la espera, en la cola del 32.Con el tiempo, Papá y Mamá se permitieron algunas galas nocturnas.A Felipe siempre le gustó el cine y el teatroCopiaba la fantasía de Hollywood poniéndose el sobretodo oscuro,solapas subidas y sombrero ladeado,jugando con el medio pucho, placer al 50 % para que rinda mas.Parecía un galán, con paso lento y sonido gutural repetía, "look my overcoat"...Comienzo y final de su lenguaje artístico,suficiente para divertirnos sanamente, con ternura.Chaplin, Mary Pickford, Pola Negri y Rodolfo Valentinoformaban parte de los eternizados por Papá.Desde su vertiente de inmigrantes les atraía la temática social.En el escenario del Teatro IFT, algunos amigos, actores populares,marcaron con vigor los derechos de la clase obrera.Y Froim adhirió su aplauso y la marcha en algunas huelgas.Aún recuerdo títulos de películas que el tiempo no ocultó.Colonia Esperanza con Ben Amin,el pan, arrebatado por la nube de langostas...En la Semana del Cine Ruso, la adusta sala del Cine Cataluñatransportó a la calle Corrientes los clásicos,Ana Karenina, La Guerra y la Paz, La Madre.Un sábado, ambos volvieron conmocionados.El neorrealismo del film incluía casi, la trama de sus propias vidas.La guerra, que destruye las familias, que las separa,muerte de la carne, valores pisoteados,romance, degradación y una sociedad en crisis."Cuando vuelan las grullas" los acompañó aquella noche,ausente de sueño y con suspiros sin respuesta.Porque las grullas migran y cambiar de nido es duro.La metáfora de las aves y el drama de los humanos,espejaba imágenes de dolores propios y ajenos.Boris y Verónica son protagonistas y testigos de unmundo que delira con el poder.El cambio de las ideas, crisis emocional y desconcierto.Jane y Froim nos contaron, mezcla de idisch y castellano,los perfiles del film.La historia era tierna y triste.Verismo de las guerras anulando la autoestima y la dignidad,ultrajadas por hombres que desconocen a su propia especie.A ambos les removió el tránsito de las experiencias familiares,el miedo helado y sólo mendrugos del mohoso pan de la desgracia.
Pero, con la nobleza tácita de las promesas, inalterables,Papá y Mamá, traían el péquele, el paquetito.Sus noches de cine eran nuestras noches de fantasía y espera.Era un ritual para los tres, Bernardo, Lidia y Ruben.Las diferencia de edad no nos impedía jugar "a la fiesta".Sobre un banco de madera, de patas bajas y tapa cuadradatendíamos la mesa transformando tapas de frascos en platos,los vasitos eran pequeños y grande el respeto para compartir.Todo chiquitito, trozado.Porciones discretas de saldo de milanesa, queso, aceitunas,pan y radio, todavía tener televisor era una ilusión.Pero nos divertía ese banquete, ideal para Gulliver.Y llegaba el péquele, a veces de Las Cuartetas,donde apuraban, de pie, una porción de muza con fainá yun vaso mediano de moscato para los dos,un "combo", acomodado al bolsillo y al paladar, sin marearse.Nuestra expectativa llegaba atada.Cinta fina con los colores patrios, honor enroscado en un carretel,papel blanco, impuro de gris y bandeja de cartón.Su nombre siempre me desorientó, suena absurdo.Con una cucharita sobraba.Capas finas de biscochuelo o pio nono, según la calidad,abrigando al dulce de leche y la crema y todo húmedo,húmedo de vino dulce, sin fideos ni arroz.Será una traducción equivocada con aroma extranjero...No se, aún no conozco el origen de este postre.S i conozco la simbología de amor llamada...SOPA INGLESA.Una acción simple, franca, reinventando el mensaje.Fueron parte de los gestos cálidos, amables, sencillos, plenosde compañerismo que nos educaron para aplicarlos en la vida.Su sabor pertenece a un tiempo inolvidable.Un tiempo sin cuestionamientos, cuando el diálogo era laherramienta cotidiana para conocernos y comprendernos.Un tiempo en el cual los silencios no significaban indiferencia,porque correspondían a las pausas para reflexionar y laspreguntas y respuestas desde cada rol y edad servían paraconstruir el valor mayor de FAMILIA.Mi agradecimiento a ese péquele de ética de mi infanciaque guardo como un jubileo del alma.
A mis padres y hermanos, con amor.
Lidia Pantychowski Lerner de Pisochin

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